domingo, 7 de noviembre de 2021

PRIMERA INFANCIA. ¿POR QUÉ MUERDEN LOS NIÑOS?

Por M. Magdalena Sabella

La mordida de un niño pequeño es una situación que atrae instantáneamente la mirada de los adultos provocando toda clase de interpretaciones, consejos, comentarios, e incluso “recetas” para evitar esa conducta, a veces duramente juzgada. Se trata de un evento frecuente que resulta preocupante para las familias. La explicación de las mordidas en los niños depende de su edad, así como de las circunstancias en las que suceden.

Durante la primera infancia, cuando se trata de mordidas de bebés o antes de los dos años de vida, esto tiene relación con su desarrollo y crecimiento. En muchas ocasiones, la mordida es el reflejo de buscar el alivio a las molestias producidas por la salida de los dientes.

Tengamos en cuenta también que a esta edad la exploración del medio se da a través de la boca; es así como conocen texturas, formas y temperaturas de objetos y juguetes, por este motivo la causa de las mordidas puede ser una reacción ante su curiosidad.

Por otra parte, es importante aclarar que los bebés no vinculan la mordida con el dolor ajeno, por lo que, incluso, puede significar una muestra de cariño. 

A partir del primer año, las mordidas pueden ser utilizadas como una herramienta de comunicación para expresar enojo, frustración e incluso para llamar la atención. En ocasiones es utilizada como señal de dominio sobre otros niños.

Es común observar un aumento de las "mordidas" cuando los niños entran al jardín maternal. Esto se debe a que es la primera vez que se relacionan y conviven uno a uno con sus pares, y donde además tienen que compartir espacios, juguetes y sobre todo atención.

Durante esta etapa, los niños utilizan la mordida como una forma de comunicación no verbal, puesto que no han desarrollado completamente su lenguaje ni sus habilidades sociales

Algunos niños pueden convertir la mordida en un acto recurrente cuando se dan cuenta de que son capaces de llamar la atención o conseguir algún juguete u objeto.

La mordida puede aparecer también como reacción ante el estrés de una nueva situación, un cambio de rutina o incluso un problema en la interacción con los adultos. En estos últimos casos estaría expresando sentimientos de celos, ansiedad o angustia.

En esta edad es común que los niños muerdan cuando se encuentra en una situación frustrante, como una estrategia de autodefensa o solo por imitar a otros niños que muerden.

¿Cuál es la intervención frente a esta situación? 

Desde el jardín, en primer lugar intervenimos explicando al niño que lo que hizo daña al otro y esto tiene sus consecuencias, como haberlo hecho llorar. Asimismo trabajamos en el fortalecimiento de sus habilidades de comunicación para que los niños no necesiten recurrir a la mordida y procuramos un óptimo desarrollo cognitivo para que puedan expresar sus sentimientos mediante palabras. Es necesario a su vez promover actividades tranquilizadoras y respeto a ciertos rituales que ayuden a evitarles situaciones de estrés. Por ultimo, intentamos procurarles actividades que impliquen desafíos pero que no resulten frustrantes.

¿Cómo acompañar desde casa?

Los niños necesitan estabilidad, estructura y rutina, son sensibles a los cambios en su ambiente, cuando hay modificaciones repentinas en su horario, alimentación o sueño, pueden sentirse estresados y más aún si los cambios son significativos (la llegada de un hermanito, una mudanza, etc.)

Asimismo, es importante observar en todo momento las interacciones que se generan entre los niños, algunas veces demasiada proximidad o una convivencia muy intensa puede provocar reacciones de defensa al reclamar el espacio propio.

Por ultimo hay que considerar otros factores ambientales que pueden resultar irritantes, por ejemplo sonidos estridentes, mucha gente o en general exceso de estímulos. Morder puede ser una forma de decir que necesitan descanso o que alguien está invadiendo su espacio. Es importante respetar las necesidades de cada niño, procurar transiciones amorosas y en todo momento brindarles un espacio tranquilo y una presencia confiable.

Como familia, debemos estar atentos a las necesidades fisiológicas o emocionales de nuestros pequeños, para evitar que lleguen a sentirse abrumados, desprotegidos o estresados. La clave es conocer al niño, brindarle un acompañamiento cercano, ayudarlo a reconocer sus sensaciones y mostrarle alternativas saludables para desahogarse sin lastimar a otros.

jueves, 21 de octubre de 2021

SUEÑO

Por M. Magdalena Sabella

Ilustración de Natalia Szücs 
 



Si me duermo esta noche

¿mañana me despierto?

¿Cómo sé que cuando me levante 

no voy a estar en un sueño?


Es mejor que no me duerma

tengo que estar alerta

Voy a ahuyentar la modorra

cuando intente entrar al cuerpo.


Si me ves con los ojos cerrados 

fijate si estoy durmiendo.

Y mañana cuando me levante 

decime que estoy despierto.

martes, 24 de agosto de 2021

PRIMEROS AÑOS: CONSTRUCCION DEL LENGUAJE

 


 El sujeto se construye a través de la trama de lenguaje y gracias a éste. Es el lenguaje el que nos singulariza como individuos y constituye un referente necesario para plasmar y sostener, no sólo la individualidad propia sino la del grupo.

Cómo se comunican los niños (de 1 a 2 años)

La mayoría de los niños/as dicen sus primeras palabras alrededor de su primer cumpleaños. Sin embargo un niño/a que está muy ocupado en aprender a caminar es posible que postergue el habla para más adelante, no se trata de algo infrecuente y no debería ser motivo de ansiedad para sus padres.


Los niños/as de esta edad pueden haber aprendido fragmentos de decenas de palabras que pueden ser difíciles de reconocer cuando las dicen. Pueden repetir lo que oyen o mezclar unas pocas palabras en una jerga extraña ( balbuceando con entonaciones similares a las de una frase).  De todos modos, cuando se lanzan a hablar,  lo más probable es que avancen rápidamente y que, en breve, sean capaces de señalar cosas familiares y decir sus nombres, así como de reconocer los nombres de objetos y personas familiares y de partes del cuerpo. 


Cuando tienen alrededor de 2 años, generalmente dicen 50 palabras o más,  utilizan frases, y son capaces de construir oraciones de dos o tres palabras.


Independientemente del momento en que un niño diga sus primeras palabras, es probable que, con anterioridad a este momento , ya entienda gran parte de lo que le dicen. Alrededor de los 2 años debería ser capaz de responder a instrucciones  sencillas(" Pasa la pelota a mamá") y debería conocer los nombres de objetos conocidos y de los miembros de su familia.


 Cómo favorecer el desarrollo del lenguaje desde la familia

Los niños y niñas escuchan todo lo que les dicen y lo almacenan. En vez de utilizar las palabras típicas de los bebés (habla infantil), es importante utilizar los nombres correctos de personas, lugares y cosas. Hablar despacio, con claridad, y usar la palabra como modo de comunicación, como recurso de anticipación o en situaciones recreativas (como la de leer un cuento), son otras de las claves que favorecen el desarrollo del lenguaje.


Alrededor del primer año de vida, los chicos/as pueden seguir comunicándose con gestos, señalando imágenes o aquello que desean. Los gestos se volverán más elaborados a lo largo de este año a medida que  los vayan utilizando para imitar acciones, expresarse y jugar.


Los gestos también son una parte importante del desarrollo del lenguaje. Es necesario establecer una conexión entre gestos y lenguaje verbal utilizando comentarios como: "¿Tenes sed?" (cuando un niño señala la jarra de jugo), y esperar su respuesta. Luego decirle: "¿Qué queres? ¿Leche? Perfecto, acá tenes tu leche". Este tipo de comportamiento estimula a responder y a participar en conversaciones.


Son estimulantes también, y los chicos disfrutan mucho, las canciones con gestos como "los cinco ratoncitos" y los juegos de identificar cosas, como partes del cuerpo, dibujos y gente conocida: "¿Dónde tenes la nariz?", "¿Donde está la pelota?" y "¿Dónde está mamá?".


El vocabulario de los infantes se desarrolla en un ritmo determinado, pero la pronunciación no sigue necesariamente ese mismo ritmo. En torno a los 2 años de edad, solo se puede entender la mitad de lo que dice la mayoría de los niños/as. Por este motivo es importante enfatizar la pronunciación correcta cuando respondemos.


Hitos evolutivos

La mayoría de los niños/as alcanzan los siguientes hitos evolutivos relacionados con el lenguaje durante esta etapa:

  • decir varias palabras cuando tienen alrededor de 15-18 meses de edad
  • señalar a gente y objetos familiares y algunas partes del cuerpo con 18 meses de edad.
  • saber decir 50 palabras o más cuando tienen alrededor de 2 años.
  • unir dos palabras para formar una frase cuando tienen alrededor de 2 años.
  • saber seguir instrucciones de 2 pasos cuando tienen alrededor de 2 años.

Como acompañar desde el Jardín Maternal.  

En el nivel inicial una de las principales actividades es la propuesta de experiencias para la comunicación, promoviendo la ampliación de vocabulario, la imitación de palabras que los niños y niñas escucha en el entorno, la interacción con libros, la escucha de poesía y de cuentos breves y sencillos.

El trabajo con el lenguaje en el nivel inicial debe quedar articulado con el trabajo que cada familia realiza al interior de sí misma, de modo de no generar contradicciones o confusiones a los niños que se encuentran en este momento de desarrollo y construcción. 

En este sentido nos parece importante favorecer la comunicación familia-escuela en forma bilateral, tanto para que la familia pueda compartir con el jardín sus procesos y dudas como para que desde la institución se compartan actividades y propuestas en un ida y vuelta que contribuya a enriquecer los procesos de construcción de cada niño o niña







lunes, 26 de julio de 2021

Educar en la Empatía para vivir en Sociedad

 


Educar en la empatía para vivir en sociedad es una tarea de todos. Familia y escuela desempeñan un rol fundamental a la hora de educar en valores. Fomentar la empatía desde el aula se ha convertido en una tarea primordial para vivir en sociedad.


La empatía es la capacidad que tienen los seres humanos para entender y compartir los sentimientos de los demás. Es ponernos en el lugar de otras personas y mirar a través de sus ojos para comprender mejor cómo se sienten y ser más respetuosos, comprensivos e inclusivos. A través de la empatía, podemos derribar el muro de los prejuicios, conectarnos con nuestro entorno y dejar de lado actitudes violentas u hostiles  tanto en la escuela como en el medio más cercano. Por eso la empatía es un valor imprescindible para vivir en sociedad. Un valor que hay que fomentar desde la familia y en las escuelas desde el nivel inicial.

La empatía es una habilidad que se adquiere con el tiempo y la práctica, y no de forma inmediata. Quizá podamos pensar que un niño pequeño aún no puede ponerse en el lugar de otras personas, pero se trata de una competencia que debe ir desarrollándose desde las edades más tempranas para empezar a interiorizarla. 

Sin embargo, no todas las personas desarrollan en igual grado esa cualidad. Y es en este punto donde la educación entra en juego. La empatía se aprende en casa, pero también se enseña a ser empático en el colegio a través de la metodología pedagógica conocida como "aprendizaje-servicio". Este tipo de metodología ha sido definida como "el servicio solidario desarrollado por los estudiantes, destinado a cubrir necesidades reales de una comunidad, planificado institucionalmente en forma integrada con el curriculum, en función del aprendizaje de los estudiantes".

Las iniciativas solidarias sistemáticas generan beneficios positivos para los estudiantes ya que mejoran la oportunidad de aprendizaje, estimulan la formación de actitudes participativas y solidarias y permiten una temprana sensibilización hacia problemáticas sociales. Su énfasis en el servicio comunitario establece una dimensión cívica inherente que promueve la responsabilidad social y el civismo entre sus participantes (UNICEF-UNESCO-OECD, 2016).

Desde esta perspectiva, en el Nuevo Sol trabajamos cada año cuando realizamos nuestra Campaña Solidaria Institucional en articulación con el equipo de Manos por Sonrisas, quienes coordinan el armado y envío de regalos para el día del niño, a comedores y escuelas de todo el país.

Unos meses antes del Día del Niño, los tres niveles comienzan a preparar su intervención en la Campaña. Desde nuestra clásica "juntada" de juguetes en el Nivel Inicial, hasta el armado de juguetes con material reciclable con los profesores de Tecnología en el Nivel Primario. Este año, los alumnos de Nivel Medio pusieron manos a la obra y se sumaron a la clasificación de juguetes, el armado de regalos y los bolsones de envío.

De este modo, agregamos al saber disciplinar el desarrollo de competencias básicas tales como la conciencia de la diversidad.

Si como escuela comprendemos que todos los niños, niñas y adolescentes tienen los mismos derechos, vengan de donde vengan o vivan en las condiciones que sean, se habrán sentado las bases para que la empatía se desarrolle de forma natural. 

Nuestro compromiso como institución educativa será incluir y capacitar a la comunidad escolar de modo que pueda desarrollar plenamente su potencial de participación y colaboración para un futuro mejor.



martes, 20 de abril de 2021

¿Cómo hablar sobre la muerte con un niño? Pensar el duelo.

             


           

 Ponerle palabras a la muerte no resulta fácil y menos aun si se trata de comunicarlo a un niño. Sin embargo la muerte es un hecho ineludible de la vida, todos los seres humanos vamos a tener que enfrentarnos a ella, por eso es importante poder disponer de algunas herramientas que nos ayuden a afrontar esta realidad de la mejor forma posible.

Temer, esconder, silenciar o dar explicaciones y respuestas falsas sobre lo que pasa a nuestro alrededor sólo hará que la experiencia de la muerte además de ser sumamente dolorosa se convierta en algo patológico.

Los niños y los adolescentes registran la muerte de sus seres queridos, sienten y se preguntan muchas cosas. Sus cuestionamientos, sus miedos, sus inquietudes y su dolor deben ser escuchados y atendidos. Pero ¿cómo hablar de este tema con un niño o un adolescente?

Lo primero que tenemos que preguntarnos es cómo nos enfrentamos nosotros, los adultos, a este hecho. Aquello que nosotros nos permitamos hacer, decir y sentir será lo que quedará habilitado para los niños. Si mamá o papá lloran, ellos también se permitirán llorar. Si hablamos del tema ellos podrán preguntar. En cambio si huimos al tema pensando que de este modo les evitamos el sufrimiento será peor, los chicos sufrirán igual pero sufrirán en soledad. 

El trabajo del duelo, tanto para adultos como para niños, implica aceptar la realidad de la pérdida. Es un proceso normal, dinámico y requiere de un trabajo y elaboración personal de adaptación a la nueva situación. La intensidad y duración del duelo depende de muchos factores: el tipo de muerte, la intensidad del vínculo con el fallecido, el tipo de relación con la persona perdida,  la edad, etcétera. Es un proceso largo y difícil pero no imposible. Algunos autores plantean que el duelo se resuelve un año después de haber transitado el primer año de todos los eventos importantes compartidos con esa persona (navidad, año nuevo, día del padre/madre, cumpleaños, etc).

Dentro del duelo podemos diferenciar distintas etapas aunque no necesariamente debemos atravesarlas todas ni tampoco en un orden determinado, de hecho son etapas que pueden coexistir: estado de shock (sensaciones corporales), etapa de negación (esto no puede estar pasando), etapa de enojo profundo, etapa de miedo (muy común en niños), etapa de profunda tristeza y luego momentos de paz que nos permiten volver a conectarnos con la Vida.

No hay otra forma de atravesar el duelo que no sea asumiendo el dolor, pero para un niño es mejor si es acompañado por un adulto. Sin embargo, más allá del acompañamiento que podamos ofrecer, pueden aparecer conductas regresivas en relación a logros evolutivos alcanzados, disminución del rendimiento escolar, resistencia a ir al colegio, conductas de rebeldía, de enojo (romper cosas), llanto fácil, irritabilidad, conductas de riesgo y/o conductas hipocondríacas (pueden pensar que les va a pasar lo mismo). En este sentido, el hecho de conservar la mayor cantidad de rutinas posibles constituye un marco de seguridad que permite sostenerse a niños y también a adultos. Se hace necesaria una actitud de paciencia y amorosidad hacia todos los que se encuentren en esta situación. 

En otras culturas, y hasta hace no mucho tiempo también en la nuestra, la muerte formaba parte de la vida cotidiana de las personas. La gente moría en su casa, rodeada de adultos y niños. Todos veían lo que había pasado, comprobaban el hecho natural de morir y el dolor era compartido y acogido por todos (adultos y niños). De este modo, no era necesario dar demasiadas explicaciones. La experiencia de la muerte era tan cercana y tan natural que la evidencia hacía el trabajo que ahora tanto nos preocupa. 

Hoy en día impera el afán de apartar a los niños de las cosas de la muerte. Sin embargo, así como ahora hablamos con ellos sobre la fisiología del amor, el pene y la vagina, también podemos hablar de la Muerte como parte de la Vida. No es necesario esperar a que suceda algo para introducir el tema, los niños suelen preguntar. Solo tenemos que estar atentos, escuchar y darnos tiempo para pensar y construir junto a ellos las respuestas que puedan tomar en función de su edad, del momento evolutivo que estén atravesando.


lunes, 7 de diciembre de 2020

EL SUBTERRANEO

 EL SUBTERRANEO

Por M. Magdalena Sabella

Ilustración de Natalia Leticia Szücs



Todos los días viajo en subte hasta el trabajo. Me subo en la estación Perú, en el andén de trenes que van hacia Primera Junta, bueno ahora desde que extendieron la línea A debería decir hacia San Pedrito. Me bajo en Rio de Janeiro. Podría ser un viaje larguísimo si fuera desde el país de Perú hasta la ciudad de Rio pero es solo un viaje entre estaciones, son exactamente diez, entre la estación Perú y la estación Rio de Janeiro.

Esta mañana baje rápido las escaleras porque escuche que llegaba una formación. Pasé el molinete como un rayo y me subí en el vagón que tenía adelante. Otras veces elijo, nunca el primero ni el último, porque dicen que son más inseguros en un accidente, pero elijo de acuerdo a la cantidad de pasajeros, ni muy lleno para no viajar parada, ni muy vacío porque prefiero viajar acompañada. Ese día solo elegí subir al tren.

Detrás de mí se cerraron las puertas, con ese golpe seco, fuerte, ese golpe claro que preanuncia el inicio del movimiento. Y el movimiento empezó, primero lento, luego acelerando hasta alcanzar su velocidad media. Tuve una sensación rara entonces, pensé que estábamos yendo en sentido inverso, si salí de Perú hacia San Pedrito la próxima estación tenía que ser Piedras. Me pregunté si habría bajado en el andén equivocado, pero era raro, todos los días subo al tren en la misma estación, como podría haberme equivocado. Decidí que, puesto que el tren ya había arrancado, no tenía más opciones que esperar hasta la próxima estación para aclarar mis dudas.

En la siguiente estación se veía claramente el cartel de chapa blanca con las letras en imprenta mayúscula azul que formaban la palabra PIEDRAS. Estaba viajando en el sentido correcto, lo extraño fue que el subte no se detuvo en esa estación. A veces pasa, me dije. También pensé que esto podía ser una ventaja para mí y ya que estaba apurada esto podría hacer una diferencia de dos o tres minutos en el horario de llegada a mi destino.

El subte siguió avanzando en la misma dirección pero tampoco se detuvo en la siguiente estación. Eso era muy curioso, dos estaciones seguidas y el subte no había disminuido su velocidad en ninguna. Muy por el contrario parecía que estaba aumentando su velocidad. 

Todavía quedaban varias estaciones hasta mi destino. Mientras el subte avanzaba a toda velocidad y dejaba atrás las siguientes estaciones, empecé a observar los rostros de los demás pasajeros. Todos parecían sumidos en sus propios pensamientos. Estaba el que escuchaba música con auriculares, el que leía, la que miraba su reflejo en el vidrio de la puerta, el que dormía, había varios que miraban al piso. 

        Ya estábamos a la altura de PLAZA MISERERE.  Aunque el tren no se detuvo llegué a ver en el andén una madre que lidiaba con sus hijos, una chica que miraba el plano de las estaciones, alguien que enviaba mensajes por celular en fin, a nadie parecía preocuparle la ausencia de detención del tren.

Las estaciones seguían sucediéndose y el subte no se detenía. Empecé a pensar que nunca iría a detenerse, que el viaje continuaría hasta el centro de la tierra, que podría estar eternamente allí, sentada, entre el señor de traje gris y la chica de guardapolvo blanco. Podría haber intentado un dialogo con alguien, al menos haber preguntado a la señora mayor con cara de abuela que pensaba hacer ella si el subte no se detenía, pero no lo hice. Me quede sentada, como petrificada, esperando que en la próxima estación, al fin el tren se detuviera.

        Aun estábamos entre estaciones conocidas para mí. Pero el tren no se detuvo en ninguna de ellas. ¿Por qué no se detenía? ¿Estaban probando su velocidad máxima? ¿Querían estrenar sus frenos a máxima velocidad? ¿Era un ataque terrorista? ¿Íbamos a colisionar con otra formación? ¿Por qué a ningún pasajero parecía preocuparle la situación?

        Pasaron las estaciones de CARABOBO Y SAN JOSE DE FLORES. La próxima era la última, SAN PEDRITO. Recorrí el vagón con la mirada desesperada, encontré el lugar donde estaban los frenos de emergencia. Había un chico musculoso al lado, él podría ayudarme, había que detener el tren, era nuestra última oportunidad.

        Me acerqué a él, lo miré a los ojos. Él me miró también. Parecía desorientado. Él habló primero y yo escuché, entre el ruido de las ruedas al rozar con las vías dijo: Me tomé este directo a San Pedrito y ahora no sé cómo hacer para combinar con la línea B, ¿tenés idea?

        No le contesté. Me quedé helada. ¿Directo?,  me pregunté… el tren que imaginé que viajaba al infinito ¿era solamente un tren directo? No le respondí. Volví a mi asiento para realizar con el mismo tren el camino inverso que me llevara a la estación de RIO DE JANEIRO. Ya no estaba el señor del traje gris ni la chica de guardapolvo blanco. Todos los pasajeros habían descendido. 

        Dos vendedores ambulantes subieron. Las puertas se iban cerrando cuando alcance a oír lo que comentaba uno: “no pude vender mucho, con esto del directo, Perú-San Pedrito,  San Pedrito-Perú me arruinaron las ventas”. Otra vez atrapada en el tren, pero esta vez, en sentido inverso.


domingo, 11 de octubre de 2020

EL SANITARIO

 Por M. Magdalena Sabella

Ilustraciones de Natalia Leticia Szücs

 


                Aquel viernes el hombre decidió terminar de una vez por todas con la bendita pérdida de agua de ese inodoro. A pesar de haber tenido una ardua jornada de trabajo, consideró que no pasaría de esa noche la reparación del sanitario que llevaba meses goteando.

                Estimulado con la idea de acabar finalmente con aquel sonido imperceptible pero pertinaz, comenzó su “epopeya” seleccionando y recolectando los materiales que pudieran servirle para la tarea. No había mucho para aprovechar en una casa donde no existía una mínima caja de herramientas sin embargo su obstinación pudo más que la ausencia de elementos apropiados. Un cuchillo de cocina haría las veces de destornillador y la propia mano actuaría como pinza gruesa o fina. Al fin y al cabo sólo se trataba de abrir la tapa del depósito, meter la mano y mover alguna pieza (tal como había observado hacer a algún plomero) que ajustara el mecanismo en cuestión. Todo parecía tan sencillo que ni siquiera ameritaba el gasto que implicaría el llamado a un experto en el tema.

                Mientras quitaba la tapa del depósito de agua con su improvisado destornillador, pensaba por qué habría demorado tanto tiempo en solucionar el desperfecto.

Realmente fue muy fácil la primera etapa del proceso: los tornillos no estaban muy ajustados y el cuchillo los hacía girar como si para eso hubiera sido diseñado. Todo marchaba bien hasta que la tapa blanca fue retirada. El agujero que se dejó ver detrás, se asemejaba más a la puerta de un túnel secreto que al depósito de agua de un sanitario.

 -¡Qué fantasía!- Pensó el hombre mientras introducía la mano en el hueco e intentaba cortar la pérdida de agua. -¡Ajá!- dijo de repente con satisfacción- Es necesario comprar un flotador nuevo.

Entusiasmado con su descubrimiento salió del baño, tomó las llaves, la billetera y se dirigió a la ferretería más cercana. La que estaba a la vuelta ya había cerrado, pero encontró una en la cuadra siguiente donde lo atendieron antes de bajar la persiana metálica. En el camino de regreso pensó: Espero no necesitar más repuestos.

Estaba ansioso, quedaba poco para terminar y el hambre ya empezaba a picarle el estómago. En pocos minutos ya estaba de vuelta en casa, retiró la vieja pieza y colocó su nueva adquisición.

Algo falló en el proceso, quizás la ansiedad, quizás el vacío estomacal o la falta de práctica en el asunto. El resultado fue que los tornillos fueron a parar al fondo del depósito.

Sin preocuparse demasiado por el primer contratiempo de la noche, intentó alcanzarlos con la mano pero no pudo. Le pareció raro ya que la profundidad del depósito no podía ser mayor que la medida de su brazo extendido. Tal vez habían rodado y se encontraban en algún recoveco… Se ayudó con una cuchara recorriendo en forma circular los costados del depósito. La sensación fue mas extraña aún pues el depósito parecía no tener una base definida ¿Por qué no llegaba a tocar el fondo con la cuchara?

En ese momento le pareció tocar algo con la punta del utensilio, lo giró para levantar el objeto y en ese instante perdió la cuchara. Ahora sí se sintió molesto, la tarea estaba complicándose por un contratiempo tan estúpido. Si hubiera sido más temprano habría ido a comprar más tornillos, pero a aquella hora quedaba claro que ya no encontraría un lugar abierto. Aun así reflexionó: con el cucharón de madera, más largo y de material flotante, podría extraer la cuchara de metal y los tornillos.

Tampoco sirvió este elemento. Y ahí comenzó el desfile de objetos, de la variedad más amplia que pueda imaginarse, que fue introduciendo en el abismo de aquel depósito sin que ninguno permitiera extraer los tornillos. No solamente los objetos brillaban por su inutilidad sino que indefectiblemente  todos y cada uno de ellos se iban perdiendo en las profundidades de aquel misterioso depósito.

La desesperación iba apoderándose del hombre. Fue entonces cuando decidió subirse al inodoro y observar con sus propios ojos el interior de aquel hueco maldito.

¡NUNCA DEBIERA HABERLO HECHO! Una impresionante fuerza de succión lo arrastró hacia dentro del depósito. Encontró la cuchara, los tornillos, la espátula, la palita y todos los objetos que había introducido en el agujero. Pero no pudo volver a salir.

Nadie volvió a verlo. La policía lo dio por desaparecido. En el departamento encontraron los cajones de la cocina revueltos y en el baño el hueco del depósito abierto.

 

Los nuevos inquilinos están muy contentos, aunque en la quietud de la noche a veces escuchan ruidos molestos provenientes de las cañerías. Especialmente en las cañerías del baño principal, el que tiene el depósito de agua empotrado en la pared.

“Es como si hubiese algo atascado en el trayecto”, les dijo el plomero, “de todos modos la presión y la circulación de agua es buena, no tienen de qué preocuparse”.