martes, 20 de abril de 2021

¿Cómo hablar sobre la muerte con un niño? Pensar el duelo.

             


           

 Ponerle palabras a la muerte no resulta fácil y menos aun si se trata de comunicarlo a un niño. Sin embargo la muerte es un hecho ineludible de la vida, todos los seres humanos vamos a tener que enfrentarnos a ella, por eso es importante poder disponer de algunas herramientas que nos ayuden a afrontar esta realidad de la mejor forma posible.

Temer, esconder, silenciar o dar explicaciones y respuestas falsas sobre lo que pasa a nuestro alrededor sólo hará que la experiencia de la muerte además de ser sumamente dolorosa se convierta en algo patológico.

Los niños y los adolescentes registran la muerte de sus seres queridos, sienten y se preguntan muchas cosas. Sus cuestionamientos, sus miedos, sus inquietudes y su dolor deben ser escuchados y atendidos. Pero ¿cómo hablar de este tema con un niño o un adolescente?

Lo primero que tenemos que preguntarnos es cómo nos enfrentamos nosotros, los adultos, a este hecho. Aquello que nosotros nos permitamos hacer, decir y sentir será lo que quedará habilitado para los niños. Si mamá o papá lloran, ellos también se permitirán llorar. Si hablamos del tema ellos podrán preguntar. En cambio si huimos al tema pensando que de este modo les evitamos el sufrimiento será peor, los chicos sufrirán igual pero sufrirán en soledad. 

El trabajo del duelo, tanto para adultos como para niños, implica aceptar la realidad de la pérdida. Es un proceso normal, dinámico y requiere de un trabajo y elaboración personal de adaptación a la nueva situación. La intensidad y duración del duelo depende de muchos factores: el tipo de muerte, la intensidad del vínculo con el fallecido, el tipo de relación con la persona perdida,  la edad, etcétera. Es un proceso largo y difícil pero no imposible. Algunos autores plantean que el duelo se resuelve un año después de haber transitado el primer año de todos los eventos importantes compartidos con esa persona (navidad, año nuevo, día del padre/madre, cumpleaños, etc).

Dentro del duelo podemos diferenciar distintas etapas aunque no necesariamente debemos atravesarlas todas ni tampoco en un orden determinado, de hecho son etapas que pueden coexistir: estado de shock (sensaciones corporales), etapa de negación (esto no puede estar pasando), etapa de enojo profundo, etapa de miedo (muy común en niños), etapa de profunda tristeza y luego momentos de paz que nos permiten volver a conectarnos con la Vida.

No hay otra forma de atravesar el duelo que no sea asumiendo el dolor, pero para un niño es mejor si es acompañado por un adulto. Sin embargo, más allá del acompañamiento que podamos ofrecer, pueden aparecer conductas regresivas en relación a logros evolutivos alcanzados, disminución del rendimiento escolar, resistencia a ir al colegio, conductas de rebeldía, de enojo (romper cosas), llanto fácil, irritabilidad, conductas de riesgo y/o conductas hipocondríacas (pueden pensar que les va a pasar lo mismo). En este sentido, el hecho de conservar la mayor cantidad de rutinas posibles constituye un marco de seguridad que permite sostenerse a niños y también a adultos. Se hace necesaria una actitud de paciencia y amorosidad hacia todos los que se encuentren en esta situación. 

En otras culturas, y hasta hace no mucho tiempo también en la nuestra, la muerte formaba parte de la vida cotidiana de las personas. La gente moría en su casa, rodeada de adultos y niños. Todos veían lo que había pasado, comprobaban el hecho natural de morir y el dolor era compartido y acogido por todos (adultos y niños). De este modo, no era necesario dar demasiadas explicaciones. La experiencia de la muerte era tan cercana y tan natural que la evidencia hacía el trabajo que ahora tanto nos preocupa. 

Hoy en día impera el afán de apartar a los niños de las cosas de la muerte. Sin embargo, así como ahora hablamos con ellos sobre la fisiología del amor, el pene y la vagina, también podemos hablar de la Muerte como parte de la Vida. No es necesario esperar a que suceda algo para introducir el tema, los niños suelen preguntar. Solo tenemos que estar atentos, escuchar y darnos tiempo para pensar y construir junto a ellos las respuestas que puedan tomar en función de su edad, del momento evolutivo que estén atravesando.


8 comentarios:

  1. ¡Muy interesante cómo lo abordas! Y así es, no hay otro modo de transitar el duelo que no sea abrazando el dolor. Como que le dije a mi hijo de 6 años: "¿a qué se parece la palabra "duelo"? "A duele", justamente porque nos duele todo el corazón.

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  2. Hermosas tus palabras Celina! Gracias x compartirlas

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  3. Gracias Magda! Muy claro y de ayuda!! y coincido plenamente en hablarle con los chicos de manera natural. Así trato de abordarlo con Martina que me empezó a preguntar!

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  4. Gracias Magda! Muy claro y de ayuda!! y coincido plenamente en hablarle con los chicos de manera natural. Así trato de abordarlo con Martina que me empezó a preguntar!

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