La vida cambió y mucho en estos días. La casa es el núcleo vital donde trabajamos, comemos, nos peleamos, nos encontramos, hacemos gimnasia y muchas actividades más. Pero uno de los cambios más impactantes es que los chicos no van a la escuela. En Argentina y en todo el mundo. Los más chicos y los universitarios. Mientras tanto, profes y maestros seguimos “dando clases” o al menos enviando tareas, lecturas, mensajes de presentación, contenidos, propuestas escolares de distinto tipo.
En un sentido pedagógico y didáctico somos docentes que damos clase dentro de un aula o en el patio o en el salon de usos multiples de una escuela, pero siempre en presencia fisica y real, junto a nuestros alumnos.
Hay un modo de comunicar que tiene que ver con un cuerpo puesto en escena, con una interacción, con una situación de conocimiento compartido y eso no se da en lo diferido de la virtualidad, tampoco en una videoconferencia, donde están todos a la vez y aparentemente dialogando.Hay algo del orden de los cuerpos presentes que es histórico en la escuela. Y no puede ser reemplazado fácilmente por otra cosa. Entonces: podemos celebrar que haya colegas que vienen desarrollando tareas vía web que son interesantes y que salen bien porque hay recursos, porque hay libros virtuales, porque hay audios, animaciones, etc. pero esto tiene sus limitaciones.
Madres, padres, docentes, políticos, en realidad todos los que estamos en lugares donde tomamos decisiones tenemos que tomar conciencia de que nuestras decisiones afectan la vida de los otros. Porque una maestra presionada, mandando tareas, en una suerte de activismo, reproduciendo el enciclopedismo (ahora virtual) por mas actividades que envíe no podrá replicar la escena escolar, justamente porque la casa, la familia, no es ni podra ser una institución escolar .
Por eso creo que, tanto los maestros como los chicos , como las madres y padres, deberíamos tomar una posición de cierta tranquilidad, incluso imaginándonos tareas sencillas, tareas que supongan la posibilidad de construir un diálogo adentro de la familia. Que no esté atravesado por una presión externa (¡el whatsapp que llegó con la tarea!), sino la posibilidad de que la gente que está junta comparta cierto diálogo, situaciones de encuentro. Que la intervención de la escuela sirva para establecer diálogos. Y los padres y madres podrían ser quienes en algún sentido colaboren en ese diálogo.
Momentos únicos. Jamás imaginé algo así, dar clases de esta manera. Como dijo Lucía (mi hija 12años) cuando salió despues de dos meses «Mamá parece una película de ficción»
ResponderBorrarEl aula tiene magia...
Ojalá pronto nos encontremos en nuestro lugar «la escuela».
Comparto tu nota Magda...
Tal cual Silvina. Y encima trabajamos el triple para producir la mitad. Tremendo!
BorrarExcelente tu blog Magda! Personalmente creo que está situación cambiará por muchísimos meses,por no decir uno o dos años,nuestra vida anterior.Ya nos parece extraño y un sueño,ver fotos reunidos,en las plazas,escuelas.Para muchos será un cambio de vida,de planes y muchos no volverán a sus rutinas anteriores, aún pasada esta Pandemia.No me cabe duda.. que todo pasa por algo.Para nuestra Patria y mi gente querida: deseo que sea para mejor!!
ResponderBorrarGracias x compartir tu mirada. Abrazo!
ResponderBorrarque lindo espacio y reflexiones! Gracias!!!! Los papas de santino ee maternal
ResponderBorrarGracias x sumarte al espacio Marcela! Bienvenidos!
ResponderBorrarHola Magdalena, muy interesante. Gracias por compartir. Soy pilar, la mamá de Enzo Torres de 3ro
ResponderBorrarHola Pilar! Que bueno que entraste al blog! Saludos a Enzo
BorrarGracias a vos! Te nanda un beso tb Enzo, anda muy bien 😍
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